Lugar: La venta de La Colilla (La Colilla – Ávila, N-110, KM 261).


3ª visita

Casi tres años habían pasado desde nuestra última visita de la asociación a este establecimiento abulense, que no olvidamos. El hecho de que se encuentre fuera de nuestro habitual círculo de influencia capitalino a veces nos hace complicado ser fieles a este sencillo y auténtico restaurante.

Para comenzar se presenta un aperitivo consistente en aceitunas aliñadas con cebolleta, un conjunto muy apropiado y que puede ir acompañando a todo el camino para ir aligerando la grasa.

El cocido sigue siendo como ha sido siempre, se sirve en tres vuelcos, en el primer vuelco se puede disfrutar como en pocos primeros tercios con la sopa de fideos

y la afamada sopa de pan.

Ambas con una calidad extraordinaria pero con una importante diferencia, la abundante grasa que da la sustancia se nota mucho más en la de fideos que en la de pan por su mejor absorción. La consecuencia es que el caldo es mucho más agradable en la de pan en la que llega a alcanzar cotas pocas veces superada. Se puede ver este efecto en la siguiente foto:

No se puede decir que la fideos sea mala pero no llega ni por asomo a la altura de su hermana de puchero. Los fideos muy hechos, eso sí.

En el segundo vuelco se presentan los garbanzos (castellanos puros) y la verdura. Unos sabrosos pero algo faltos de cocción.


y otra cocida en demasía y la parte más floja del conjunta.

En cuanto al tercer vuelco, un compendio de viandas algunas de ellas no habituales, se puede decir que sobresalen con fuerza el chorizo y el tocino, si bien este último se quedaba algo escaso. El chorizo tenía ese toque de artesanía como sólo algunos locales quieren dar y que asegura un éxito rotundo. El tocino muy sabroso también y pieza clave en el sabor del conjunto.

Les acompañan la morcilla, oreja, costilla, relleno, morcillo y pollo. Buenos en general pero por debajo del resto.

Como resumen, tendiendo en cuenta que con vino de la casa y gaseosa y pan de pueblo se llevan una media de 20-22 euros por cabeza podemos decir que una vez más la calidad ha sido excelente por lo que la nota media final es de alta



2ª visita

Poco podemos decir que no se haya comentado ya de este lugar. Nos limitaremos a describir el cocido que nos plantearon y a intentar compararlo con el del año pasado. Recuérdese que dada la grata sorpresa decidimos hacerlo fijo.

La comida se inició con una ensalada de aceitunas y cebolla aliñada con algo de aceite y vinagre. Bastante rica.

Lo bueno no se hizo esperar y las sopas (de fideos y de pan) se hicieron las dueñas de la conversación.

En esta ocasión la de fideos superó a la de pan.

Más consistente que la segunda no dejó lugar a dudas. Casi un 10 de nota media.

La de pan estuvo sin embargo más floja, aunque rayando a gran nivel. Sin duda lo mejor de este cocido con diferencia.

En el segundo vuelco se presentaron los garbanzos y la verdura. Ambos más flojos que sus predecesoras aunque manteniendo los saucanos un nivel muy aceptable.

La verdura sin embargo fue lo mas flojo:

Pedimos el tercer vuelco para acompañar al segundo ya que es de gusto de algunos comensales el mezclar las fases. En este tercer vuelco se podían apreciar la oreja, morcilla, morcillo, chorizo y cordero.

Todo de buen nivel pero insuficiente como para superar a los caldos. Sin duda el mejor motivo para volver cada año.

Sólo por ellos merece la pena el viaje desde Madrid.


1ª visita

El sitio elegido para semejante excepción se llama la venta de La Colilla, situado en el pueblo de La Colilla (a unos pocos kilómetros de Ávila capital).

La venta es el típico bar de pueblo. Vetusto y mal conservado. Sin embargo, la apariencia no hace honor a la calidad de la comida que se puede saborear en él.

Nos sentamos en el comedor en torno a las 2 y comenzamos con unas aceitunas con cebolla que le daban un toque distinto a los clásicos sitios de cocido de Madrid. Pedimos el vino de la casa y un par de botellas de gaseosa, ya que nadie tuvo agallas para beberlo sólo.

El cocido comenzó con una grata sorpresa, un vuelco adicional. Se trató de una sopa de pan, con el caldo más sabroso y turbio que he probado en años, y sin un ápice de grasa. Sin duda alguna, lo mejor de la comida, al menos para mi.

A la vez trajeron también la sopa de fideos, dejando ambos pucheros en la mesa para que pudiéramos repetir, algo que prácticamente todos hicimos. La sopa de fideos era también consistente y turbia, con algo más de grasa que la de pan, pero también muy sabrosa. El único pero es la poca cantidad de fideos que tenía, aunque viendo la cantidad de comida que sobró, es posible que lo hagan aposta.

Aunque sólo por estas 2 sopas ya hubiera merecido la pena el desplazamiento hasta La Colilla, todavía nos quedaban 2 vuelcos que pedimos que nos trajeran juntos.

Los garbanzos estaban muy ricos, con mucho sabor y en su punto perfecto de cocción. La verdura quizás lo más flojo del homenaje, aunque no vino mal para desengrasar un poquito la gran cantidad de comida que nos pusieron.

Ya sólo nos queda hablar de las viandas. Se echó de menos el tuétano, pero en su lugar había oreja de cerdo, que le daba un toque distinto. El chorizo estaba sencillamente espectacular, se notaba que era de la tierra. Un color tan intenso como su sabor. El tocino, también muy rico, en su punto de resistencia y untosidad. La morcilla no estaba mal, aunque tampoco fue de lo mejor del plato. El resto de carne estaba muy sabrosa, aunque después de todo lo que habíamos comido, tampoco le hicimos mucho caso

Acabamos el homenaje con unos cafés y unos pacharanes dejándonos el dueño la botella en la mesa para que nos sirviéramos lo que quisiéramos. La última sorpresa estaba por llegar. La cuenta: 22€ por barba. En 2 palabras: Im presionante

Desde luego es un sitio al que merece la pena volver, ya que no sólo el cocido (se sirvió en alguna mesa más a pesar de ser Agosto) sino el cabrito asado tenía una pinta bestial. Lo dicho, volveremos!!!!

La Venta de la Colilla
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