Crónica de Cocido Madrid sobre el cocido madrileño de El Charolés.
16ª visita
15ª visita
Crónica del cocido madrileño de El Charolés (15ª visita)
Nueva jornada de la asociación en el Charolés. La segunda del año de hecho.
Históricamente el mes de noviembre es el mes del Charolés.
La anterior jornada se hizo en febrero de 2019 porque la de 2018 no se pudo hacer por cuestiones de agenda.
Sea como fuere, nueva jornada y nueva visita al Charolés.
Como el Charolés está en lo más alto de nuestro ranking debemos ser rigurosos con el análisis.
Si en anteriores visitas hemos alabado la capacidad de El Charolés para hacer un cocido madrileño estable, en esta visita vamos a tener que comentar algunos detalles que merecen mención.
Los garbanzos estaban más al dente de lo que acostumbran.
Habitualmente suelen estar al límite, pero siempre bien cocidos.
En esta ocasión algunos se notaban un poco menos cocidos. Un matiz muy ligero, eso sí.
Por este hecho, el sabor se vio algo comprometido porque no es lo mismo un garbanzo bien cocido que ha absorbido los jugos del cocido que uno que no ha tenido tiempo para ello.
Y por seguir con la crítica, la cantidad de tocino de Verín, mi preferido personal, fue algo más escasa de lo habitual.
Aparte de estos dos detalles, el resto del cocido estuvo a la altura de siempre.
Como le tenemos predilección, no vamos a modificar su nota final. Pero, eso sí, la próxima visita revisaremos estos dos conceptos.
De cualquier forma, seguimos recomendando la visita a San Lorenzo del Escorial para poder disfrutar del que consideramos el mejor cocido madrileño.
14ª visita
Crónica del cocido madrileño de El Charolés (14ª visita)
Los que nos vengan siguiendo saben que tenemos predilección por el Charolés y su cocido madrileño.
No es únicamente que lo tengamos como número uno de nuestro ranking, es también porque, para nosotros, ya es una institución.
La verdad es que no hay mucho nuevo que podamos decir de nuestra decimocuarta visita.
Todos sabemos que el cocido que preparan en el Charolés es métodico, estable, constante.
No suele haber sorpresas.
Por tanto, les conminamos a leer abajo las crónicas de otros años porque no hay más que comentar.
Sí pondremos las fotos de esta visita.
Seguimos manteniendo la calificación.
Ya sabemos que son tres vuelcos.
La sopa, como siempre tremenda
No pueden faltar las piparras y las cebolletas como acompañamiento a la sopa.
Seguimos con los garbanzos, patata, zanahoria y verduras:
Y terminamos, si podemos, con el tercer vuelco con:
Morcillo
Jamón
Hueso de caña. Tuétano.
Gallina y bola
Chorizo y tocino con veta.
Tocino de verín. Una de las joyas de la corona.
Costilla
Y para desengrasar un poco las berujas con tomate, granada y un toque de ajo (si se lo ofrecen, acéptenlo)
Lo malo es la cuenta, 39.5€ por cocido y bebida aparte.
Por menos de 45€ por persona es complicado escaparse.
Aunque siempre decimos que merece la pena porque no es un cocido para comerse todos los días.
13ª visita
Trece visitas tenemos ya en nuestro haber desde que se fundara la asociación allá por febrero de 2006.
Doce de ellas en el mes de noviembre más la visita de la jornada inaugural.
El Charolés forma parte de nuestra historia y cada noviembre peregrinamos fieles a nuestra cita anual.
Para nosotros es como volver a las raíces.
Recordando ese primer día en el que nos reunimos, y que, aún sin saberlo, fue el germen de lo que ahora somos, me doy cuenta de que tratándose del Charolés, nada ha cambiado.
El cocido sigue siendo estructuralmente magnífico. El mejor.
Han ido incorporando algunas ligerísimas notas, pero en esencia es igual.
Y no menos igual ha sido la calidad del mismo en estos últimos doce años.
Bien es cierto que pretender que todo salga exactamente igual todas las jornadas es sencillamente imposible, pero si tuviéramos que dar un premio a la regularidad, sin duda el Charolés sería el ganador.
Como no somos supersticiosos, nos vamos a detener en este decimotercera crónica.
No sé si han estado en el Charolés, pero está ubicado en un sitio privilegiado. Muy cerca del monasterio de El Escorial y al lado de la plaza de la Constitución. Tiene entrada desde dos calles, desde Floridablanca, la oficial, y desde la peatonal calle San Lorenzo, un callejón que desemboca por una parte en la plaza de San Lorenzo y por otra en la plaza de la Constitución.
Tampoco sabemos si conocen que en esta misma calle San Lorenzo está el también afamado Cafetín Croché, propiedad de los mismos gestores.
El salón del Charolés es alargado, y lo recorre un pasillo principal del que salen a un lado varios salones separados y con pocas mesas cada uno.En la entrada principal hay una pequeña barra que puede servir de ayuda para los camareros, aunque no está pensada para tomar nada allí. Diría que tampoco para esperar a ser ubicado.
Además dispone de una bodega con techos abovedados con capacidad para otras 25-30 personas.Y como todo esto se les sigue quedando pequeño, tienen algún otro salón en el portal colindante de la entrada de Floridablanca.
Muros de piedra y una tenue iluminación le confieren un ambiente acogedor y lejos de modernas tendencias. Y eso, para que negarlo, nos gusta.
Las mesas son de considerable tamaño, y están decoradas con banderas de varios países. En esta última visita, y no sabemos si concienciados con el problema de Cataluña, las banderas de todas las mesas eran de España.
Hoy vamos ir viendo algunos detalles que normalmente no mencionamos en nuestras crónicas, como por ejemplo el pan que en el Charolés es de hogaza, o libreta que llaman algunos. Un pan blanco, con una corteza no demasiado gruesa pero bastante dura y una cantidad considerable de miga (o molledo) para poder absorver las grasas. Sobre todo la del tocino de Verin.
El entrante que sirven es a base de patata y chorizo.
Una patata sublime. Perfectamente cocida y deliciosa. Y sólo es una patata!
El chorizo es la precuela del que vendrá después y también está espectacular.
Lo malo de esto es que, sabiendo lo que se viene encima, hay que contenerse para no perder apetito. Esto lo ponen para dar tiempo a que los fideos se cuezan porque se echan en el momento para que no se pasen.
Son fideos de calibre medio.
La sopa se sirve individualmente. Una sopa que lleva algún que otro garbanzo suelto.
Una sopa que te dejan en la sopera para que uno pueda repetir. Nosotros normalmente lo hacemos, pero es que en esta visita la sopa estaba tan buena que era casi obligación. Sublime.
Por supuesto, no pueden faltar las piparras y las cebolletas para los que gusten de la mezcla. Unas piparras siempre picantes y potentes. Y una cebolleta siempre suave. Nunca nos han puesto cebolla para acompañar. La cebolla es mucho más fuerte y no sirve a este fin. Tomen nota.
Cuando dimos por finalizado el primer vuelco, pasamos al segundo. Las verduras.
En este segundo vuelco también te van sirviendo en cada plato individual un poco de todo lo que hay.
Garbanzos, patata, zanahoria en rama, repollo, grelos y, desde hace poco, el tocino de Verin.
Como repetir los garbanzos también es obligado, dejan la bandeja.
Todo ello se puede regar con un buen aceite de oliva virgen extra.
Como es normal, a la gente le gusta mezclar el segundo con el tercer vuelco y por ello, acto seguido, comienzan con el despliegue. No voy a entrar en el detalle de cada cosa porque la calidad y cantidad han sido siempre las mismas. Recuerden el premio a la regularidad.
Bandeja con el relleno y el chorizo
Bandeja con el tocino con veta
Bandeja con la costilla de ternera charolesa
Bandeja con el morcillo
Bandeja con los codillos de jamón
Bandeja con la gallina
Bandeja con los huesos de caña
Y todo ello regado con el vino de la casa, un cune reserva.Buen vino, aunque no barato. Como nada de lo que el Charolés tiene en su bodega.
Como ya sabemos las cantidades siempre son importantes en el Charolés, demasiadas quizás, pero esto forma parte del sello Charolés.
Y cuando uno ha dado buena cuenta de lo que puede, o quiere, como es mi caso, se desgrasa con una fina ensalada de berujas, ajo y granada si la temporada lo permite.
Por 29,50€ el cocido, bebida aparte, les aseguro que nadie les va a dar más y mejor. Garantizado.
Como no podía ser de otra forma, les mantenemos la máxima nota que ha dado nuestra asociación.
Esperamos que lo disfruten tanto como nosotros.
Nota final: 9,9
12ª visita
Como ya muchos de nuestros seguidores sabrán, el mes de noviembre es el mes del Charolés.
Año tras año repetimos la tradicional escapada a San Lorenzo del Escorial para disfrutar del que, para nosotros, sigue siendo el mejor cocido madrileño del mundo. Y lo sigue siendo por méritos propios, no porque le tengamos ese especial cariño que se tiene al primer hijo (en el Charolés se inició nuestra andadura como asociación).
En el cocido del Charolés impera la calidad del producto, pero es que la presentación es espectacular también.
Y si se están preguntando por qué dejo el sabor para el final, no es porque sea menos importante, todo lo contrario. Está todo buenísimo.
Y todo ello con una constancia que no hemos visto en ningún otro lugar.
En estas doce visitas no hemos visto una sola en la que haya bajado alguno de estos tres pilares (Sabor, Calidad, Presentación), y esto es realmente difícil de conseguir.
Otra cosa son los agentes externos al cocido, como el servicio, entorno y demás.
En once años nos ha dado tiempo a recorrer casi todas las mesas del restaurante y a ser atendidos por diversos camareros, que eso sí, se mantienen año tras año.
Como en todo restaurante, hay mesas más cómodas y camareros más displicentes, pero es algo normal. Hoy comentaremos una anécdota en este sentido.
Bueno, sobre el cocido poco más podemos decir que no hayamos comentado ya y que no puedan ver abajo por escrito y gráficamente en las once crónicas anteriores.
Se mantienen los tres vuelcos.
Se mantiene la entrada con el chorizo y la patata para ir haciendo tiempo mientras se echan los fideos, y algunos garbanzos, a la sopa.
Se mantienen las cantidades.
El garbanzo de fuentesauco estaba ligerísimamente “al dente”.
Se mantiene el tocino curado de Verín. Sin veta, y sencillamente perfecto. Les confieso que yo vendría sólo por este tocino.
Siguen los, ya no tan novedosos, grelos.
Siguen manteniendo las raciones individuales de cada vianda.
En fin, nada nuevo que les podamos contar sobre el cocido. Tienen abajo todo el detalle que necesiten.
Como excepción, sin que sirva de precedente, y por lo sorprendente de la experiencia, vamos a entrar a valorar el servicio.
Como hemos dicho, los camareros llevan en la casa mucho tiempo y tienen sobrada experiencia. Son todos ellos fráncamente atentos y profesionales.
Esto no quiere decir que no tengan sus días malos, al fin y al cabo son humanos. Éste ha debido ser el caso del que nos atendió en esta última visita.
Durante toda la velada, un rictus de seriedad dominó su trabajo. Algún desliz sin importancia con los caldos y viandas para llegar al detalle en cuestión.
En todos estos años no hemos pedido llevarnos nada de lo mucho que sobra del cocido. Este año se me ocurrió plantear la cuestión.
En doce visitas hemos visto a infinidad de mesas hacerlo y no nos habíamos percatado de un detalle.
Lo que ponen para llevar lo hacen directamente en una bolsa de plástico, y parece ser que no hay otro formato posible.
Ante nuestra educada petición, el camarero no tuvo una respuesta tan educada. Con un seco “… en bolsa de plástico…” le valió. Extrañado, y dado que este no es un formato habitual, pedí más detalle de cómo iban a meter todo amalgamado en una bolsa, obteniendo de nuevo el ya famoso “… en bolsa de plástico…”. Lo vamos a hacer tan viral como el “… por qué no te callas…”.
En fin, en vista de la ilusión que le hacía al hombre este hecho decidimos desistir.
Creemos que hay mejores formas de explicar las cosas y queremos suponer que fue un mal día porque este camarero nos ha atendido en otras ocasiones sin problema alguno pero el tema “para llevar” parece que le llega al alma.
El cocido perfecto y por eso le mantenemos la nota.
De lejos, el mejor cocido del mundo.
El año que viene les diremos si sigue siendo así. Esperemos.
Nota final: 9,9
Con la llegada de cada mes de Noviembre llega también nuestra visita al templo del cocido madrileño. Al Charolés de San Lorenzo del Escorial.
Poco nuevo podemos comentar sobre esta decimoprimera visita que no hayamos difundido ya, sólo aportaremos nuevas fotos, alguna de calidad cuestionable que intentaremos mejorar, sobre los ingredientes de los que tengamos algo que aportar.
Para los que aún no han ido, y no se imaginan el despliegue que supone este cocido madrileño, les ponemos el cartel que lo anuncia a la puerta y que debe predisponer al comensal para la batalla que está a punto de librar.
Como ya saben somos grandes fans del entrante a base de chorizo y patata que sirven mientras se hacen los fideos. Aparte de buenos, especialmente la patata de la que somos completos fans, son abundantes. Hay que tener cuidado porque acabar con el entrante puede restar fuerzas para la batalla posterior. Atentos a la textura de la patata porque, insistimos, es un manjar per se.
Una vez se ha terminado el entrante, y con ganas de más, traen la sopa. De sabor intenso y agradable gracias a que le quitan la grasa sobrante.
Para los que nos gusta ese toque graso que tanto sabor da, ese desgrase, quizás excesivo en esta ocasión, desmerece una sopa que aún así sigue siendo sobresaliente, tanto en sabor como en consistencia. El cum laude no siempre se puede lograr y entendemos que los públicos demanden esta intervención. Las digestiones también lo agradecen. Los fideos gordos, perfectos.
Seguimos con el despliegue que empieza a llegar ya seguido.
Garbanzos siempre en su punto de cocción y sabor. Acompañado de una fina zanahoria y de la ya famosa patata gallega que, insisto, no pueden dejar de probar.
Llegamos a las carnes. Costilla de ternera. Muy jugosa pero de la que no se puede abusar porque hay más ingredientes que es necesario probar.
Recomendamos un poco de cada cosa y luego dedicarse a lo que más le haya gustado a cada uno.
En mi caso, la debilidad es el tocino curado de Verín que, como ya les comentará el dueño del restaurante en su discurso habitual, es como el foie. Para mi es incluso mejor y normalmente no me llega con una ración individual. Tengo que pedir prestado.
También disponen de tocino con veta, pero éste es mucho menos atractivo. Al menos para el que suscribe.
Y la mejor forma de disfrutarlo es aplastarlo con el pan de libreta
Podemos volver en este momento al chorizo que ya probamos en el entrante y al relleno
El jamón es como siempre abundante, en porciones individuales y bastante sabroso
Faltan muchos más ingredientes de los que no hemos dejado constancia gráfica por la falta de luz suficiente. No nos podemos olvidar del repollo, los grelos, los tremendos huesos de caña y de las postreras y refrescantes berujas. Muy escasas este año por falta de lluvias.
El conjunto no podemos decir que sea barato porque al cocido hay que añadir el vino, cerveza, agua y demás. No precisamente baratos. Pero el cocido por 29,50€ tiene una relación calidad/precio, a nuestro modo de ver, imbatible.
El cocido sigue siendo excelente y, cómo no, volveremos el próximo noviembre.
Un año más, llegando el mes de noviembre, el recuerdo del Charolés se apodera de nuestras mentes. El entorno de la sierra y el monasterio del Escorial como testigo de nuestros homenajes nos jalean a coger el coche, dejando nuestras obligaciones laborales algo antes de tiempo, y desplazarnos en busca de nuestro santo grial.
Al ser siete comensales nos alojaron en el salón del sótano, bajo la bóveda de piedra que sustenta el salón. Estuvimos muy bien atendidos allí, como siempre. Y la sensación de intimidad se agradece también.
Sobre el cocido en cuestión únicamente vamos a comentar que tuvo la calidad y el gusto de siempre. Especial mención a la sopa que me gustó bastante. Como siempre, mención especial al tocino de Verín que es lo mejor de lo mejor. El mejor ingrediente de todos los cocidos que hemos probado. No en vano, el propietario del Charolés nos recuerda año tras año este hecho, y con razón. La recomendación sobre el parecido con el foie se ha convertido en un clásico.
Por otra parte, tanto la patata y el chorizo de bienvenida como los garbanzos, patata, zanahoria, repollo, jamón, chorizo, costilla, tocino con veta, tocino de verín, relleno, gallina, hueso de caña o tuétano, morcillo y corujas siguen estando de muerte. Las corujas han vuelto.
(las fotos de todos los ingredientes se pueden ver más abajo, en las crónicas de previas visitas)
Y dicho esto, voy a hacer de abogado del diablo porque no todos los comensales compartieron mi impresión. Después de diez visitas voy a poner un ligero borrón. Los garbanzos me parecieron algo duros, aunque especialmente ricos. Curioso, verdad?
El cocido fue regado con alguna cerveza de entrada y con una magnum de Cune reserva de la casa, a 68€ la pieza.
Aunque el precio no es el más recatado, créanme si les digo que en calidad-precio hay pocos que batan al Charoles.
Seguimos pensando que es un cocido excelente que no ha envejecido lo más mínimo. Intentaremos disfrutarlo mientras podamos porque, ¿quién sabe cuánto puede durar?. El mundo da muchas vueltas.
Novena visita de la asociación a nuestros inicios. Todo empezó aquí. Parece mentira que el año que viene cumplamos ya diez visitas, que no diez años de asociación. Estemos por el noveno entonces.
En esta nueva visita hay poco que podamos añadir que no se haya comentado en las ocho anteriores y de las que pueden dar buena cuenta abajo.
La estructura del cocido fue la misma que siempre con la misma calidad de siempre. Con eso está todo dicho.
La única novedad es la localización del salón donde nos colocaron.
Como siempre pasa, y hoy en día más, las agendas son cada vez más difíciles de ajustar. Esto nos llevó a retrasarnos en la reserva que hicimos con una semana de antelación para un viernes de noviembre, siempre vamos en viernes.
No había sitio para los ocho integrantes de la expedición, al menos sitio en una mesa. Normalmente cuando el número de comensales sobrepasa los seis te tienen que alojar en el salón de abajo, una cueva muy acogedora que hace las veces de salón privado. Y en este caso estaba ya todo reservado.
Optamos por el divide y vencerás y pedimos dos mesas de cuatro que, a ser posible, estuvieran en el mismo apartado de uno de los que tienen en la parte de arriba. Al final nos llamaron y nos dijeron que había mesa para los ocho, una mesa en un salón en el portal de al lado también propiedad del restaurante.
Era una mesa cuadrada donde nos sentaron a dos por cada lado. El único pero fué que la mesa no tenía las dimensiones necesarias para tanta bandeja, aunque concentrados en los productos tampoco nos importó.
Para lo demás, como ya he dicho, pueden consultar cualquiera de las jornadas anteriores donde hemos ido detallando la estructura de este el mejor cocido del mundo.
Parece que lo de la jornada anterior de sustituir las berujas o pamplinas por grelos se está consolidando. Nosotros preferíamos las pamplinas por su refrescante alivio después del oro porcino, a ver si nuestras plegarias se hacen realidad el año que viene.
Sea como fuere, al fina la nota final sigue siendo Excelente.
Un año más llega el mes de noviembre y con él la visita obligada y deseada al Charolés para dar buena cuenta del mejor cocido madrileño.
Para no saturar la página, este año no hemos subido fotos de todos los platos. Hay suficientes de años anteriores que se pueden ver más abajo. Los ingredientes, los mismos que otras temporadas de las que se pueden ver fotos de los platos.
No siendo novedad de esta temporada sino de la anterior, recordaremos los grelos.
Lo que sí es una novedad de este año es la incorporación del aceite que ha ganado el primer premio nacional. El aceite en concreto es OroNovus, un aceite de Baena (Córdoba) con un gran aroma que se convierte en perfecto acompañamiento para los garbanzos saucanos.
Como siempre todo perfecto y como siempre hay algún ingrediente que sobresale. En esta ocasión el chorizo, el relleno y el tocino gallego sin veta de Verín (Orense) estaban especialmente sublimes.
Los precios se mantienen en 29 € el cocido individual y 28.5 € la botella de Cune reserva especial de la casa.
El único pero es que los cuerpos ya no están preparados para dar buena cuenta de estos manjares. Hacemos lo que podemos.
Todos los años nos dan un regalo. El de éste ha sido un gorro de cocina.
Nota final:Como siempre Excelente.
En nuestra particular cruzada a favor del cocido madrileño, seguimos manteniendo la tradición de visitar anualmente la que consideramos casa madre de la asociación, El Charolés.
Ha sido ya nuestra séptima visita desde la creación de la asociación y como cada año, volvimos a disfrutar del que, por el momento, consideramos el mejor cocido del mundo.
Vamos con la crítica. El cocido viene presentado en tres vuelcos y, salvo pequeños detalles que comentaremos más adelante, mantiene la misma estructura de años anteriores.
Para comenzar, como siempre, un aperitivo del mismo chorizo cocido que luego nos encontraremos en las viandas, con patatas gallegas cocidas.
Antes de servir la sopa se presentan las cebolletas y guindillas. Las primeras excepcionalmente tiernas y picantes las segundas.
Se comienza con el primer vuelco en el que llega la sopa, que sirven en platos individuales dejando la sopera para posibles repeticiones.
La sopa con una densidad grasa media y sabrosa en un justo punto. La sopa es desgrasada antes de servirse. Nos gustaría probarla en su expresión más natural pero aún así es sublime.
El segundo vuelco incluye una fuente para tres comensales con patata gallega cocida, finas zanahorias y garbanzos.
Como novedad este año nos han servido unos grelos que, como nos indicaron, no siempre se pueden encontrar, al menos con la calidad que la dirección requiere. En este caso nos los sirvieron ligeramente rehogados con algo de jamón. El repollo también estaba exquisito.
Aunque si de exquisiteces tenemos que hablar hay que pararse en los garbanzos, tamaño, textura y sabor sencillamente perfectos.
Con el tercer vuelco comienza el desfile. Nada menos que cinco bandejas que contienen nueve selectos productos.
En la primera el famoso tocino sin veta de Galicia. Éste es, sin duda, para muchos de los integrantes de la asociación, el mejor ingrediente de cuantos cocidos hemos probado hasta la fecha. Es lo que estamos esperando año tras año y la dirección de El Charolés, que sabe de su calidad, no duda en recomendarlo a los comensales. Pura ambrosía que disfrutamos aplastando con el pan para extraer esa grasa que deleita nuestros sentidos.
Parece mucha literatura para tan sencillo ingrediente pero créanme que es un auténtico manjar. Los compañeros de bandeja, el chorizo y tocino con veta, aunque tienen su buena calidad, no llegan ni de lejos a ensombrecer el brillo propio de su hermano.
En la segunda se incluye el morcillo y el hueso de caña. Éste último también muy valorado por alguno de los comensales.
La tercera contiene el relleno y la gallina.
Una cuarta con el jamón, algo seco pero muy sabroso.
Y la quinta con la costilla de ternera
Las calidades siguen siendo las mismas de siempre, las mejores.
Para terminar se sigue ofreciendo esa refrescante ensalada de berujas que está deliciosa. No ofrecieron esta vez la copa de moscatel.
Una curiosidad, no sabemos desde cuándo pero también ofrecen cocido los Lunes para el que quiera disfrutar.
Sólo me falta comentar que el precio del cocido era de 29 euros, y de la botella de vino Cune Reserva de la casa 28.50. Puede parecer caro, el vino sin duda lo es, pero teniendo en cuenta que el año pasado cobraban 35.50 sólo por el cocido, la rebaja lo hace si cabe más apetecible.
Nota final: Excelente.
Nueva visita al templo del cocido. Una larga espera desde hace un año que nos traía con ganas de volver a probar la magia de esta casa con este plato. No defraudaron. Recordemos la ceremonia.
Para empezar el recibimiento del chorizo con la patata para hacer tiempo mientras preparan la sopera y el resto de viandas.
La sopa consistente y con mucha sustancia llevaba garbanzos y fideos gordos. Excepcional.
El acompañamiento de encurtidos y cebolleta no podía faltar.
Siguieron los garbanzos con patata, zanahoria y verdura. Sublimes también.
El detalle de la salsa de tomate / romescu es nuevo de esta temporada.
Comienza el tercer vuelco con las viandas:
– Gallina y Relleno:
– Chorizo, Tocino con veta y tocino curado. Este último está especialmente exquisito y es, como insiste el encargado, como foie:
– Morcillo y caña de hueso con un tuétano superior:
– Costillas de ternera:
Para terminar la ya tradicional ensalada de berujas con dados de tomate y pepitas de granada:
Y el moscatel:
El precio final de este año con un tercio de Mahou por cabeza, dos botellas de Cune Reserva 2001 (de la casa, por 29€ cada una) para cinco y el cocido completo salió por 51€ por persona.
Caro pero créanme que merece la pena.
Nota final: excelente Hasta el año que viene.
Hacía más de un año desde nuestra última visita y el recuerdo de los detalles del cocido de El Charolés quedaba lejos. Según nos íbamos acercando al restaurante, por la calle Juan de Toledo, íbamos recordando dónde estaba el aparcamiento y el camino al restaurante. Al llegar preguntamos por nuestra reserva para 6 y nos dirigieron a las “catacumbas”, el sótano abovedado con techos de ladrillo caravista, un lugar muy acogedor. La mesa era como siempre muy amplia y preparada para la avalancha de platos que nos iban a invadir.
En esta visita hemos podido sacar fotos de los platos y nos van a ayudar a describir una experiencia que todo el mundo debería experimentar.
1. El cocido comienza con un pincho previo de patata y chorizo, todo del cocido que sigue.
2. Después viene la sopa que permiten acompañar con guindilla, algo picante pero muy rica, pepinillo y cebolleta.
3. Empezamos con lo bueno. La sopa este año estaba realmente en su punto. Con un sabor exquisito y una combinación perfecta de grasa y líquido. Los fideos cortos y gruesos estaban en el punto correcto de cocción y la densidad era la correcta. En este sentido hay gustos para todo a algunos les gusta la sopa con muchos fideos y poco caldo y a otros lo contrario aunque en la media está la virtud. A veces. En este caso la sopa estuvo sencillamente perfecta y fue una agradable sorpresa dado que en alguna visita anterior llegó a ser la parte más débil de este cocido. Se podía repetir.
4. Los garbanzos llegaron en fuente y acompañados de patatas y zanahorias pequeñas. Los sirve el camarero a cada comensal pero te dejan la fuente para repetir las veces que quieras. Los garbanzos son castellanos, saucanos se podría decir, y estaban en el punto perfecto de cocción y la textura era mantecosa a más no poder. El sabor, después de probar la sopa, ya sabíamos que sería sublime. En mi opinión han sido lo mejor del cocido y siempre mantienen un nivel altísimo en este lugar. Se recomienda repetir.
También disponible lo necesario para hacer un aliño. Hay mucha gente que gusta de tomarlos con un chorrito de aceite de oliva virgen extra. Estos garbanzos no admiten otro tipo de aceite. Recomendamos probar el sabor original antes de aliñar para valorar la calidad.
5. A partir de este momento empieza a llegar todo lo demás de forma continua para el que quiera mezclar ingredientes. La verdura, también muy sabrosa y en gran cantidad, llegó en fuente de la te podías servir la cantidad que quisieras.
6. El tocino viene en trozos individuales. A cada comensal le toca un trozo de chorizo, uno de tocino con veta de maravilloso sabor y otro de tocino sin veta con un sabor excelente aunque no lo suficientemente cocido, ligeramente duro. Recomendamos comer el tocino sin veta con pan, aplastando y dejando impregnar la miga con la grasa.
7. El morcillo estaba muy tierno, jugoso y también venía en trozos individuales. No es lo más fuerte del cocido pero raya a muy alto nivel.
8. El cerdo sigue representado con otra clase de carne que no acertamos a diferenciar. Fuente con trozos individuales.
9. El Pollo y el relleno vienen juntos y en su propia fuente (¿cuántas van ya?). Sólo apuntar que el relleno, que no lleva carne, es de huevo y pan rallado y está muy jugoso y no empalaga como puede pasar con otros.
10. Una nueva fuente con el jamón y, cómo no, en raciones individuales. Jugoso y salado en su justa medida.
11. No aparece una nueva fuente con el tuétano que te sirve el camarero. Un hueso de caña por comensal. 12. Después de este festín del que sobra mucha comida viene bien algo que desengrase y permita finalizar con una sensación fresca. Una ensalada de berujas (pamplinas) con daditos de tomate natural y pepitas de granada. Muy rica, muy ligera y perfecta para terminar.
13. El detalle de la copita no puede faltar después de tantos detalles. Moscatel, muy rico y acompañado de un bombón.
14. Como regalo te dan un delantal para hacer un poco de publicidad. Llevadlo con orgullo. No mucha gente ha tenido la experiencia comer este cocido y no saben lo que se pierden.
PRECIOS
Cerveza: 4 € (Voll Damn doble malta, muy buena)
Cocido Madrileño: 34.5 €
Vino: Cune reserva 2001 (el más barato de la carta): 28 €
Pan, agua, ….
En total salimos a 47 € por cabeza. Un precio elevado aunque no tanto si tenemos en cuenta la cantidad y sobre todo calidad.
Todo comienza con un pequeño aperitivo mientras nos preparan para lo bueno. Mientras tanto nos sirven la bebida y esta vez acertamos con el vino de la casa. No es para menos… Un Muga Reserva a 29€ la botella. Pero el homenaje bien merece ser bañado en un gran caldo, y este lo es. Al final 2 botellas, que entre 6 tampoco es mucho (desgraciadamente llevábamos 3 coches y no nos podíamos permitir excesos).
La sopa en su puchero con cantidad para un regimiento. Lo más curioso es que le añaden garbanzos. Un sacrilegio para los puristas, un punto distinto para otros. A mi particularmente no me emocionó. La sopa, según nos dijeron la cuelan 3 veces para desgrasarla. Aun así no deja de tener fundamento. Un notable alto. Prácticamente todos repetimos, aun quedó como para otra ronda.
Siguieron con la verdura (repollo, zanahoria y patata) y los garbanzos. También trajeron un zancarrón de jamón por persona, que el mismo camarero limpia delante de todos para servir únicamente la carne. La verdura bien, aunque a mi me sobra la patata, pero ayuda a desengrasar un poquito, para hacer sitio a la segunda hornada. Los garbanzos ricos, en su punto de cocción. El jamón quizás de lo menos que me gustó al quedar algo jasco.
A partir de ese momento es un desfile continuo de platos, con sus generosos pedacitos contados. La gallina con el relleno, el morcillo, el tuétano, el chorizo, tocino (fresco y con veta). Todo realmente bueno, aunque con tanta cantidad es imposible saborear todo. Un punto que me encantó fue el tocino con veta (me pareció espectacular), sin desmerecer el fresco, favorito de la mayoría.
Para terminar una sorpresita en forma de ensalada de berruecos (berros diminutos) con vinagreta de tomate y granada. Un punto refrescante para bajar los excesos realizados hasta el momento.
Con la carta de postres (¿quién es capaz de comer un postre después de semejante bacanal?) trajeron una copita de moscatel. Cerramos con un cafecito antes de poner el punto seguido a la velada.
Después de un año, el vago recuerdo que conservamos de su cocido y la visita reciente a otro grande de España, el Malacatín, ponían delante de los de Floridablanca una tarde de mucha responsabilidad. Una ganadería dura.
Con la emoción de esas tardes con cartel “artista” nos montamos en el coche y nos dirigimos a nuestra particular “monumental”. Una vez en el tendido constatamos que había una buena entrada, casi lleno. Nos acomodamos en nuestras localidades para disfrutar del festejo. Muchas expectativas había puestas pero veníamos de ver al Malacatín cortar dos orejas un par de meses antes y había que superar eso. El primer puesto del escalafón estaba en juego.
Una vez hecho el paseillo, un poco de toreo de salón para el tendido. Un pinchito previo. Antes de salir el toro un traguito de agua, a esperar y prepararse en el callejón. Guindillas y cebolletas. Salió el toro, bravo, y los de Floridablanca anduvieron un poco dubitativos. El toro apretaba en estos primeros lances. Sopa de fideos con garbanzos (?). De textura y sabor bien pero el detalle de los garbanzos, nuevo este año, no gustó al tendido. En estos primeros lances El Malacatín estuvo más decidido. Enseguida se pusieron serios y recibieron al toro con unas verónicas templadas, como si el mismísimo Paula tuviera el capote en las manos, para presentarnos los garbanzos y la verdura (repollo, patata, zanahoria). Y la plaza estalló. Los garbanzos, perfectos!. Saucanos, sabrosos, mantecosos. Perfectos!. Alguna lágrima se vió en el tendido.
A las verónicas, ya muleta en mano, les siguieron unos “desmayaos” de arte, chorizo y relleno. Arte de Salamanca. Unos derechazos profundos, interminables, pasando al animal por la taleguilla. El pollo, morcillo, costillar y jamón (bueno de verdad) siguieron en gran cantidad. Una pieza de cada para cada.Se venía fraguando una faena de antología, de las que sacan a la gente de la plaza dando muletazos al aire y llegó el apoteosis, el tocino (con y sin veta). Naturales por bajo, sin rectificar, pies juntos, el toro se dobla alrededor del torero. José Tomás. Prueba superada. Textura lograda, manejable, y sabor extrasensorial.
Para terminar unas manoletinas ceñidas, mirando al tendido, de las que llegan al tuétano. Tuétano que no pude ver. Los naturales me habían dejado exhausto. Había que rematar la faena, estoque en mano, y para ello había que volcarse. No valen medias tintas. Unos “berruecos” (berros pequeños) con una vinagreta de aceite y tomate certificaban la estocada y la vida del animal que hasta el final estuvo luchando (un moscatel).Por si había duda, faena cumbre de El Charolés. Dos orejas y rabo. El número uno. El Curro Romero del cocido. Olé, maestro!!.
El Charolés. Templo del cocido. La perfección. Servicio , calidad y cantidad. Me encanta este sitio.
Era la segunda vez que íbamos y como la primera vez nos gustó tanto teníamos miedo que esta vez nos decepcionara, por las grandes expectativas, pero no, todo fue como la primera vez . El Charolés está en El Escorial y da cocidos solo miércoles y viernes.
Nosotros tenemos que escaparnos antes del trabajo para poder llegar a tiempo, y estar allí sobre las 15:30. Hay otro post del Charolés, así que para más detalles echarle un vistazo, y para más todavía ir al Escorial y comerse el mejor cocido de Madrid (no cobramos comisión).
En esta ocasión la sopa la recuerdo mejor, más turbia, con más grasa.
También puedo dar mi opinión sobre el tuétano que no probé en la primera ocasión. Tenía intención de rechazarlo de nuevo pero el camarero que lo estaba sirviendo me instó a probarlo como nos dijo lo tomaba él. Trajo unas rebanadas de pan tostado, los típicos biscotes, para poder untar el túetano y añadirle una pizca de sal.
Por ahora, para los componentes de la asociación este se puede considerar el mejor cocido madrileño del mundo.
Restaurante El Charolés, en la calle Floridablanca 24 de San Lorenzo de El Escorial.
Primera jornada de la asociación especializada en el cocido madrileño. Habíamos leído que era sin duda el mejor sitio para comer cocido. Era el primero en la lista de www.garbanzo.net que son unos tíos que se dedican a viajar por España comiendo cocidos.
La verdad es que el servicio es muy atento y el local muy acogedor. La sopa muy buena, y después …sin palabras, los garbanzos y las viandas…buenísimo todo, cantidad y calidad, mucha cantidad y mucha calidad, de las mejores comidas de nuestra vida. Es caro, salimos a 46 Euros con caña, media de vino por cabeza y postre, pero merece la pena. Para ir , se puede miércoles y viernes, porque no tienen infraestructura para más.
LA SOPA:
Como no podía ser de otra forma, nos sirvieron la sopa en sopera. Nada de un plato/persona. Si hay que poner un pero al cocido tendría que ser por la sopa, para mi gusto un poco aguada, aunque la verdad es que estaba muy buena. Todo el mundo se tomó dos platos y algunos, entre los que me incluyo, tres. Aún así sobro algo. Mi puntuación 7/10.
EL TOCINO
Había de tres tipos fresco, añejo y con veta. Para cada uno teníamos un trozo de cada. Cada trozo era de 5cm (largo) x 5cm (ancho) x 1,5cm (grosor) aproximadamente. Estaba en un punto de cocción perfecto, ideal para aplastarlo con el pan. Mi puntuación 10/10.
EL CHORIZO
Creo recordar que nos dijeron que lo traían de La Alberca (Salamanca) y que se lo hacían ex profeso para el restaurante. Una tajada para cada uno de unos 7 cm. de largo y 2 cm. de diámetro aproximadamente. Punto de cocción perfecto. Mi puntuación 9/10.
EL JAMÓN
Como no podía ser de otra forma tocábamos a un trozo por cabeza. La carne estaba buena pero era bastante densa y no tuvo demasiado éxito porque los comensales empezaban a desfallecer. Mi puntuación 7/10.
EL MORCILLO
Un trozo por cabeza. Cada trozo era de 5cm (largo) x 5cm (ancho) x 1,5cm (grosor) aproximadamente. La carne estaba bastante tierna y se desmigaba con facilidad. Se podía aprovechar para mezclar con los garbanzos. Mi puntuación 8/10.
EL POLLO
Un buen trozo también por cabeza. Ya sabemos que la carne de pollo se reseca bastante en el cocido, aún así se dió buena cuenta de casi todo porque, en éste caso, era bastante asequible. Mi puntuación 8/10.
EL TUETANO
Una parte de hueso para cada. Diámetro 4-5cm, logitud 10-15cm aprox. cada parte. El camarero sacó el tuétano de cada parte y nos los sirvió en plato. Mi puntuación: no lo probé.
LOS GARBANZOS
Para mi, éste es el plato fuerte de un cocido que se precie. Qué puedo decir, los garbanzos eran perfectos. Nos pusieron una fuente a rebosar. Yo repetí dos veces pero hubo gente que lo hizo tres. Calculando a grosso modo creo que se pudieron poner 9-10 platos de garbanzos, digamos que medianamente llenos aunque generosos, pues bien, aún así, sobró casi la mitad de la fuente. Los garbanzos tenían un tamaño perfecto, textura perfecta (ni uno despellejado), cocción perfecta (ni uno salió duro), sabor perfecto, en fin…que se me saltan las lágrimas. Mi puntuación 10/10.
LA VERDURA
Incluía la el repollo, y zanahoria. El repollo estaba en su punto y lo suficientemente troceado para mezclarlo con los garbanzos. Las zanahorias eran pequeñas y muy tiernas. Punto de cocción perfecto en ambos casos. Sabor excepcional, y eso que no soy muy dado a la verdura. Mi puntuación 10/10.
LOS BERRUECOS
Para terminar nos pusieron una ensalada de lo que llamaron Berruecos que, según nos explicaron, deben ser una especie de berros que salen en las orillas de los rios. La ensalada la aliñaron con aceite y algo de vinagre. Eran ligeros y muy buenos. Un final muy adecuado para desengrasar las arterias. Mi puntuación 10/10.
cocido de tetrabrik y garbanzos de frasco a 40 € la racion. Un fraude
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Es una lástima que, al tener cocido solamente 3 días por semana, nos tengamos que privar de ello.
@copiosidades, también conocemos el cocido de Valdespinos, aunque en visita privada, y también es bueno pero consideramos que no llega al nivel del Charolés. Un saludo.
Este cocido será increíble pero no sé si bate al que se sirve en Toledo en la Finca los Valdespinos. Probadlo y acordaos de mi cuando lo hagáis.