Hacía tiempo que estábamos buscando una visita a este restaurante, pero la pereza a dejar la capital había ido demorando la oportunidad.

Una vez decididos, reservamos en La Cañada, la cara B de la familia Verdasco.

El restaurante no está lejos de la capital, en la localidad de Boadilla del Monte, y tampoco en el centro del pueblo sino en la Carretera M-501 Km 2.5 pero el establecimiento está muy bien conseguido y suele ser destino de peregrinación para las comidas familiares de fin de semana.

El modelo de elaboración del cocido de La Cañada es idéntico al de su hermano mayor, La Bola, con puchero de barro individual que incluye todo.

Los pucheros se ponen al fuego de carbón que va haciendo lentamente la cocción. Nada más entrar al local se pueden observar en la zona de la barra.

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Como ya hemos contado, el formato es en puchero de barro individual y el cocido lo sirven en dos vuelcos.

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El primer vuelco se prepara con un plato de fideos cocidos a la espera del caldo.

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que se vuelca del puchero, dejando las viandas para la segunda parte.

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La sopa es sabrosa con todos los sabores reflejados en un caldo consistente y con entidad. Un buen conjunto con el que empezar la sesión. Los fideos finos y bien cocidos también.

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El acompañamiento habitual, tanto de la sopa con cebolleta y guindilla, como de los garbanzos con la salsa de tomate se sirve desde el primer momento. Les acompaña también la verdura que, aparte de escasa, estaba poco conseguida. Se nota que no va unida a la cocción de las viandas lo que le da un aire “lavado” difícil de evitar.

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El segundo vuelco lo vuelcan, valga la redundancia, del resto del contenido del puchero. Incluye los garbanzos, el chorizo, la patata, el morcillo, el pollo, el tocino sin veta, tocino con veta y creemos que costilla de cerdo.

Empecemos por valorar lo que, a nuestro modo de ver, fue lo mejor. Los garbanzos son sin duda los reyes de este cocido. Pedrosillanos, bien cocidos, mantecosos y con un sabor realmente conseguido, que consigue ligar los sabores y matices del resto de ingredientes. El chorizo terminaba también suficientemente arriba y el tocino sin veta era medianamente tratable. El resto del conjunto estaba dentro de la media que sabíamos, y no esperábamos menos, podía dar un cocido del clan Verdasco.

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El precio medio por persona con vino de la casa Martinez Lacuesta, joven o semi joven, se elevó hasta los casi 30 euros, lo que no está mal teniendo en cuenta que hubo caña previa. El cocido persé creo que se quedaba en los 20 euros.

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Como resumen de la crítica podemos decir que mantiene la línea de la Bola, fórmula exitósamente probada que se replica con maestría en La Cañada. Una apuesta segura.

Nota final: 7

La Cañada
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