Tras el parón estival, y con la llegada del otoño, en la memoria comienzan a reactivarse los aromas y sabores de los platos de cuchara.
En nuestro caso, como no podía ser de otra forma, es el cocido madrileño el que nos ocupa la mayor parte de los recuerdos.
Para entrar con buen pie en la temporada invernal hemos decidido visitar uno de los lanzamientos más publicitados del universo cocidil de este año.
Hablamos de Carmen Casa de Cocidos, actualmente ya unificada con Taberna Pedraza, sito en la calle de Recoletos, 4, 28001 Madrid, de los mismos dueños.
Con su dilatada experiencia en el mundo de la restauración han sabido llevar a la perfección la promoción mediática de su nueva iniciativa dedicada, en turno de comidas, exclusivamente al cocido madrileño.
Desde el principio han apostado por la calidad de los ingredientes y por el cuidado de la elaboración, y el resultado es realmente bueno como veremos a continuación.
Para la espera nos trajeron un aperitivo curioso, una lata de exquisitos mejillones en escabeche
y unas croquetas con salsa de tomate con cominos, que luego podrá acompañar a los garbanzos
El cocido se sirve en tres vuelcos.
Para el primer vuelco se presenta una sopera de la que los comensales se pueden servir ellos mismos las cantidades deseadas.
La sopa está realmente conseguida y con una densidad notable.
Sin llegar a una concentración de sabor suprema, sí llega a ser notable, aunque le falta un ligero toque de grasa y sal.
Nosotros entendemos que las tendencias cambian y que los públicos, por las modas que los gobiernan, demandan platos ligeros, pero el celo en la eliminación de la grasa hay que llevarlo hasta un punto razonable. Hay platos que aceptarán mejor esta tendencia y otros que no tanto. El cocido madrileño, pese a estar tan de moda actualmente, es uno de ellos y no admite ser llevado hasta ese extremo.
De cualquier forma, no piensen que la sopa estaba insípida porque no era el caso. El nivel era notable y así lo reflejaremos en la nota final.
Para acompañar la sopa nos trajeron también las típicas guindillas y cebolletas que, ciertamente, eran de gran calidad.
El segundo vuelco con las verduras se hizo esperar, no porque tardaran en traerlo, sino porque todos repetimos sopa, así que no estaría tan mal.
Una fuente con el repollo, zanahoria, patata y los garbanzos. Todos ellos de excelente calidad, tónica habitual durante toda la degustación.
Garbanzos pedrosillanos, ligéramente al dentes, y de excelente sabor, aunque algo sosos.
Al haber sido la escasez de sal una característica común con la sopa se nos ocurrió preguntar al final de la degustación, y Carmen nos comentó que era una elección que habían tomado premeditadamente para evitar sobrepasar el límite aceptable. Al ser una decisión “empresarial” no vamos a entrar en valorarla, pero sí podemos decir que a nosotros nos pareció una restricción excesiva.
La bola no era de gran tamaño pero estaba realmente conseguida.
Comentar también también que, imitando el estilo Charolés, pero jugando con los tiempos, el segundo vuelco se acompaña con una ensalada de pamplinas.
En el tercer vuelco es donde se aprecia realmente la apuesta por la calidad del producto.
Un morcillo exquisito y realmente notable. Calidad pura.
Un pollo con sabor suficiente para ser tenido en cuenta.
Morcilla y Chorizo de categoría. A mi personalmente me tira más el chorizo y éste estaba realmente rico. La morcilla también, aunque en el cocido yo no la disfruto tanto.
La aportación del cerdo tampoco hace decrecer la calidad. Ibérico y jugoso serían los adjetivos que podríamos darles al jamón, algo excaso, y los tocinos.
Tanto la panceta como el tocino sin veta estaban realmente conseguidos. Yo me inclino siempre por este último y realmente lo disfruté.
Un gran tercer vuelco que, sin embargo, se quedaba algo escaso. Algo compresible si uno aprieta tanto en la calidad, pero no tanto si también lo hace en precio, y Carmen lo hace.
Para regar la alegría nos decidimos por un Rincón.
Por ir resumiendo ya.
El cocido de Carmen Carro es un gran cocido, ha venido a este mundo y sabe lo que hace.
Sabe también que la única variable común para tener éxito en este mundo es la calidad. Luego hay que añadir trabajo y pasión, y creemos que lo ha hecho. Es un cocido muy a tener en cuenta para incluirlo en los círculos habituales de la capital.
El único pero es el precio.
Entendemos que con una posición ya consolidada en el mundo de la restauración madrileña, se puedan permitir estas apuestas pero apretar demasiado al cliente puede llegar a ser contraproducente. No vamos a valorar esta cuestión en la nota que pongamos, porque salvo “penalti y expulsión”, pensamos que el cocido madrileño es lo importante.
El precio del cocido por persona asciende a 31€, aunque hay que añadir 2€ por el cubierto. Un precio que prácticamente le iguala con el ya amortizado L’Hardy.
Nota final: 8,55
Pues francamente no es para tanto . Me parece que se le hace mucho marketing a este local , porque la verdad es que hemos comido mejores cocidos en Madrid y con mejor calidad , precio y servicio . Es la primera vez que un cocido se queda frío a los dos segundos de servirlo …. Carta de vinos vergonzosa. Nada comparable con Lhardy y Charolès. No volveremos y tampoco lo recomendaremos.