3ª visita

Hacía justo tres años que visitamos por última vez el restaurante L’Hardy en la Carrera de San Jerónimo, 8 de Madrid. Aunque haya pasado el tiempo no nos olvidamos de este clásico, tanto por la calidad de su cocido como por la tradición que se respira en el local.

El cocido sigue presentándose en dos vuelcos con sus típicos entrantes. Vamos con el detalle: Como entrante un surtido de canapés variados.

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El primero las famosas croquetas de la casa que también se pueden comprar en la tienda. Caseras y muy buenas.

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El primer vuelco se presenta con la sopa,con fideos, jamón y pollo. Muy sabrosa y con la justa consistencia grasa. Se sirve de forma individual y te ofrecen repetir.

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El segundo vuelco incluye el resto del cocido, con las verduras y las viandas.Se sirve todo en el mismo plato. Verdura, patata, zanahoria, hueso de caña, relleno, salchicha blanca, chorizo, morcilla, jamón, garbanzos, pollo, morcillo, tocino.

Todo es de gran calidad, con unos garbanzos bien cocidos y con buen sabor. Típico es el original relleno y la salchicha blanca, que no se puede encontrar en otro sitio.

Por supuesto también se puede repetir.

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Como acompañante líquido siempre optamos por el típico vino de la casa, un Martínez Lacuesta del 2010 propio de L’Hardy. Gran vino de Haro. También acompañamos con agua que van reponiendo según la necesidad y que por supuesto también van cobrando porque en este local no dan puntada sin hilo y hay que estar pendiente para que la cuenta no se dispare.

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Lo peor del L’Hardy es sin duda el momento de la dolorosa, siempre abultada. Como hemos comentado hay que estar alerta para que no se incluya algo que no se desea. Un ejemplo de esto es que nos ofrecieron su especialidad en postre que es el suflé. Lo curioso es que nos lo ofrecieron unas ocho veces durante la velada, obteniendo siempre la misma negativa.

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Sea como fuere y pese al precio, L’Hardy siempre merece la pena aunque haya que medir las visitas, por eso la nota media siempre es buena.

Nota media: Muy Alto.


2ª visita

Dirección: C/ Carrera de San Jerónimo, 8 – 28014 Madrid.

Esta era la segunda visita de la asociación al típico local de la capital.

Por si alguien no ha pasado por este restaurante, hay que notar que es uno de los más clásicos de la capital y como tal la decoración, atención y detalles son de otra época.

Para empezar se presentan unos aperitivos basados en aceitunas, la típica mantequilla y algunas de las famosas croquetas que se pueden comprar y degustar en la tienda.

Para beber elegimos el vino de la casa (Martínez Lacuesta crianza) de buena calidad y algo de agua mineral. Ya se comentó, pero obsérvese el detalle del grabado de la copa de vino con la inicial del local. Detalles de elegancia que posteriormente se pagarán debidamente.

El cocido se presenta en dos vuelcos, en el primero tenemos la sopa, muy conseguida en cantidad de grasa, nivel de cocción de los fideos y sabor. Una sopa de órdago que presagiaba una buena continuación.

Otro detalle es el aliño para los garbanzos que está a la altura del local.

Hasta el aceite es de la casa.

El segundo vuelco los componen los garbanzos, repollo, zanahoria, patata, chorizo, morcilla, morcillo, pollo, relleno, una atípica salchicha blanca, jamón y tocino sin veta. No había hueso de caña lo que para un cocido de este nivel es una falta grave.

Lo mejor los garbanzos y el tocino, muy sabrosos y bien cocidos. El chorizo también merece la pena ser mencionado. Y la mención de oro se la lleva la verdura que era realmente buena y con un sabor que hasta ahora ningún otro cocido ha sido capaz de igualar.

Para finalizar una copa de licor, que hay que pagar también aparte.

Como dijimos el vino era de la casa y estaba especialmente etiquetado para el restaurante.

Al final la broma nos salió cara, sobre 56€ por cabeza. Un precio sin duda caro para lo que nos ofrecieron. Sea como fuere, los buenos aficionados al cocido no pueden dejar de pasar por esta casa, eso sí, muy de vez en cuando.

La nota media sería alta.


1ª visita

Lugar: L’Hardy (Carrera de San Jerónimo 8. Madrid).

Esta era la primera vez que la asociación pisaba este templo de aspecto decadente, y la verdad es que el sitio no defraudó.

Como he comentado anteriormente el restaurante tiene un aspecto un tanto decadente, pero es llamativo la historia que atesoran sus paredes. La media de edad del local era muy elevada, de atuendo muy formal, por lo que nuestro grupo aportaba aire fresco a tanta ranciedad.

En un restaurante de tanto nombre era de esperar encontrarse una carta de vinos con unos precios desproporcionados. Para que el presupuesto no se disparase elegimos un Azpilicueta Crianza, más que correcto si no fuera por los 22 euros que nos clavaron. Mientras esperábamos el cocido nos sirvieron unas aceitunas, algo de mantequilla para untar el pan y unas croquetas de lo más vulgar. Desde luego nada de esto está a la altura del local.

Pero vamos a lo importante: EL COCIDO. Para empezar la sopa. Algo light, le faltaba consistencia. Se hecha de menos esas sopas de antaño bien turbias y su capita de grasa por encima. Las modas se están cargando la base de nuestra cocina. Podemos decir que fue correcta sin más. Aunque ofrecieron repetir, ninguno de los presentes se atrevió, esperando que lo que estaba por venir fuese mejor.

El resto del cocido fue servido en un segundo vuelco. Los camareros lo trajeron en 2 bandejas distintas, sirviendo una pieza de cada vianda, sin opción de repetir, aunque siendo sinceros, la cantidad es más que suficiente.

Lo mejor, sin lugar a dudas fue la verdura. Aunque no sea algo a lo que los asistentes demos especial importancia, la verdad es que nos sorprendió gratamente lo rica que estaba. Un 10. Los garbanzos hay que reconocer que también estaban muy ricos, en su punto de cocción, todos uniformes. Por último hay que reconocer que el tocino estaba muy rico, muy mantequilloso y bien hecho, aunque no fue así en todos los casos.

El resto de las viandas podríamos decir que fueron correctas. El relleno no mataba, el chorizo, la butifarra blanca, la morcilla y el pollo algo flojos y el resto… pues lo dicho: Correcto. Para un sitio con tanto nombre parece mentira que no cuiden más la calidad de algunos componentes.

Como no había sitio para un postre, aunque el camarero insistió en que probáramos el suflé especialidad de la casa, pasamos directamente al café. Una clavada más para acabar pagando unos 48 euros por cabeza. Algo caro sin duda, pero también es cierto que es un sitio que merece la pena conocer.

L’Hardy
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3 pensamientos en “L’Hardy

  • 4 noviembre, 2018 a las 5:31 pm
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    ¿No os invitaron ni al chupido? Detalla para no ir… y si has ido para no volver.

    Responder
  • 12 noviembre, 2016 a las 9:51 pm
    Enlace permanente

    Lhardy: un robo a mano armada!!
    Cocido: sopa fria de baja calidad;
    Garbanzos sin sabor; carne super cocida y dura!
    Servicio bueno, pero con prisas y sin demasiada atencion para el precio.
    El colmo: te ofrecen un orujo, que en
    los buenos restaurantes es por cuenta de la casa, y te lo facturan con EUR 4.90.
    Restaurante para olvidar y no volver.
    Una frescura!!

    Responder
  • 12 noviembre, 2016 a las 7:39 pm
    Enlace permanente

    Decepcionados con el Lardhy. La sopa
    fria, aunque se podia repetir. Los garbanzos sin sabor, servido en dos partes, con carnes de escasa calidad.
    Servicio muy bueno y ambiente excelente. Resumiendo: Servicio 7-8
    muy bueno;
    comida 5,minimo. precio/calidad: 3-5.
    No volvere.

    Responder

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