Como todos los años, tras el parón estival, iniciamos el curso con unas tremendas ganas de retomar la actividad.
No nos cansamos de seguir probando cocidos y empezamos a pensar que esto tiene algo de adictivo.
Con el paso del tiempo, y tras haber probado ya bastantes sitios, cada vez se nos hace más difícil encontrar un nuevo restaurante que merezca la pena la visita y sobre todo que nos sirva un cocido porque, recordemos que estamos hablando del mes de septiembre y de Madrid, y la temporada de cocidos todavía no ha arrancado.
En esta ocasión, todavía hemos podido encontrar un lugar que no habíamos probado.
Nuestra lista de pendientes sigue siendo larga.
Se trata de Casa Ricardo, en la Calle de Fernando el Católico, 31, 28015 Madrid, en el barrio de Argüelles.
Es una taberna clásica del barrio que ha cambiado de gestores, pero que siguen apostando por nuestro castizo cocido. Esta vez por encargo.
La taberna es pequeña, no más de seis o siete mesas, pero está bien decorada. Manteles de cuadros, fotos típicas. Digamos más bien que no está decorada. Está como estaba. Está como nos gusta.
El cocido que nos tenían preparado nos lo sirvieron en dos vuelcos.
El primer vuelco como siempre es la sopa, que nos sirvieron en platos individuales pero de la que nos dijeron se podía repetir.
Una sopa que si bien no destacaba por nada especial, tampoco desmerecía.
Si se notaba la falta de potencia típica de las mejores pero estaba sabrosa o, al menos, así lo apreciamos.
Para el segundo vuelco también se sirve una bandeja individual.
Garbanzos, repollo, zanahoria y patatas formaban el pelotón vegetal.
Y chorizo, morcilla, pollo, morcillo, panceta y una minúscula bola formaban el escuadrón de la carne.
No podemos decir que este segundo vuelco estuviera malo, porque no lo estaba, pero tampoco vamos a resaltar nada.
La calidad de los ingredientes no era su fuerte pero con esos mimbres sacaron un digno cocido. Y eso tiene algo de mérito.
El vino, decente y a precio decente también,
al igual que el cocido.
Nota Final: